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divendres 30 de març de 2007

ARTICULOS PUBLICADOS EN RESPUESTA A LA CARTA PASTORAL SOBRE LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE MONSEÑOR GARCÍA-GASCÓ, Arzobispo de Valencia


LEVANTE-EMV, 24-3-2007

RESPUESTA AL ARZOBISPO

El Fòrum per la Memòria dice que a los obispos no les interesa que se sepa su conducta en la posguerra

EU cree necesario para la democracia recuperar el pasado

A.G., Valencia La presidenta del Fòrum per la Memòria, Amparo Salvador, afirmó ayer que las reticencias del arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, ante las propuestas de recuperación de la memoria histórica se explican porque a la Iglesia española no le interesa este debate, ya que «fue promotora de la Guerra Civil y participó activamente en la represión» . Para ilustrar esta aseveración, se preguntó cuántos edificios religiosos fueron puestos al servicio del franquismo como cárceles. «Todo lo que sea hablar de este pasado cercano lleva a referirse a la Iglesia y eso no interesa a los obispos» , subrayó.

García-Gasco titula su carta pastoral de esta semana Reconciliación e invita en ella a «evitar reavivar sentimientos de odio y destrucción» ante las iniciativas de recuperación de la memoria. No se explicita, pero la principal acción en esta línea es el proyecto de ley del Gobierno. Y el arzobispo agrega asimismo que la Iglesia española «superó cualquier añoranza del pasado» . Salvador rechazó de plano el argumento de la reapertura de las heridas, porque «no se puede reabrir algo que no se ha cerrado». «Para ello, se necesita justicia», sentenció. La presidenta de la organización, que ha liderado la movilización para preservar las fosas comunes del Cementerio General de Valencia, reclamó al prelado que dedique también «basílicas a los niños de las fosas». «Si no quieren que se toque nada, ¿por qué están continuamente con el asunto de los mártires », interrogó. En este sentido, García-Gasco afirma en su carta que los 226 muertos beatificados en 2001 «no formaron parte de ningún bando» y que con esta acción la Iglesia ha hecho «memoria verdadera, justa» . Amparo Salvador enfatizó que cualquier guerra es un acto criminal, pero el Fòrum centra su atención en «los muertos de después, cuando ya no hay guerra, sino represión» . Por su parte, la coordinadora de EUPV, Glòria Marcos, aseguró que la recuperación de la memoria histórica es «absolutamente necesaria para la construcción de una sociedad democrática» . La candidata de Compromís pel País Valencià manifestó que «hace falta distinguir entre amnesia y venganza» . Recuperar la memoria, dijo, «supone construir una sociedad no amnésica que reconozca que miles de hombres y mujeres dieron su vida y fueron objeto de represión, de prisión y muerte por defender los valores legítimos del estado democrático que significaba la II República» .

Filípica al arzobispo (desde la santa indignación)

JOSEP SORRIBES EL PAÍS - 28-03-2007

Ai de vosaltres escribes i fariseus, hipòcrites! perquè pagueu el delme de la menta, de la matafaluga i del fonoll, i us salteu allò que fa realment el pes de la Llei: la justicia, la misericòrdia i la bona fe (Mateu, 23, 23). Cuando el arzobispo de Valencia -buen conocedor, sin duda, de los evangelios- se despacha en su carta pastoral con un llamada sobre el peligro de "dilapidar los bienes alcanzados y reabrir viejas heridas con una utilización de la memoria histórica guiada por una mentalidad selectiva" (LMV 23-3-2007), simplemente le traiciona -en el mejor de los casos- el subconsciente. Mucho sacar pecho proclamando a los cuatro vientos que la Iglesia en España ha superado cualquier añoranza del pasado (¡¡ja!!), mucha palabrería sobre la reconciliación cristiana, mucha llamada (sospechosa) "a juzgarnos más a nosotros mismos para no repetir los errores, que a condenar a quienes ya no se pueden defender ni explicar", pero no desaprovecha la ocasión para referirse a los mártires de la persecución religiosa de 1936 y de cómo la Iglesia -con las causas de beatificación- "ha hecho memoria verdadera, justa y agradecida de inmensos perdonadores". Procesos de beatificación -paralizados durante décadas para "evitar que se desnaturalizara su verdadero sentido". Ahora, en cambio, se ha "rescatado el impresionante testimonio" de quienes fueron "arbitrariamente ejecutados, muchos de ellos de forma atroz" y que "no formaron parte de ningún bando en la Guerra Civil. Fueron ejecutados por odio a la fe cristiana". Razón suficiente, por lo visto, para la dedicatoria a los mártires de la nueva iglesia que se construirá próximamente en una de las naves de Cross, cedida graciosamente por el Ayuntamiento para tan relevante servicio público.

Señor García Gasco: nos tiene Vd. acostumbrados a su profundo sentido de la justicia y a su impagable contribución al Estado de Derecho y a la consolidación de la España democrática. Debe haber sido fruto de un lamentable malentendido el que Francisco Tomás -rector de la Universitat de València- haya tenido que salir al quite (EL PAÍS 23-3-2007) para recordarle que "nosotros enseñamos a sanar" por si sus inocentes palabras de que la nueva Facultad de Medicina -graciosamente concedida por el poder a la Universidad Católica- formará médicos que nunca "piensen en matar" pudiera o pudiese malinterpretarse. Y, por supuesto, estamos seguros de que Vd. no comparte la apocalíptica nota de los obispos que acusan al gobierno de alentar la promiscuidad y de despreciar la vida (EL PAÍS 23-3-2007, pg.53). El señor García Gasco no se inmiscuye de forma activa en política y es todo misericordia, caridad y bondad cristiana.

Señor García Gasco: ni se le ocurra. Ni se le ocurra perseverar en su error de la dichosa lápida. Más le valdría pedir en público perdón todos los días que le quedan de vida por los crímenes que en nombre de la Iglesia Católica se han cometido, por acción y por omisión, en la historia. Que la iglesia estuvo desde el principio a la cabeza de la reacción que desembocó en el fallido golpe de estado de 1936 y la guerra que le sucedió es algo que saben hasta los niños. Que la sintonía -palio incluido- con Franco y sus crímenes fue total es tan obvio que duele tener que recordarlo. Claro que hubo víctimas inocentes de los que Vds (desde la Cope y otras tribunas) insisten en llamar "rojos". La ira desgraciadamente desbordada no era fruto del odio a la fe cristiana sino del triste papel de la Iglesia en su histórica alianza con la reacción y los poderosos. Los miles (muchos miles) de fusilados en la represión franquista no son fruto de una "mentalidad selectiva". Ninguna víctima vale más que otra aunque la represión franquista ganó por goleada.

Déjese, señor García Gasco, de zarandajas y evite herir una vez más la sensibilidad de miles y miles de víctimas injustamente ajusticiadas por el régimen por el sólo pecado de oponerse al fascismo. De miles y miles de familiares de gente honrada que padeció el éxodo, la cárcel, las depuraciones. De miles y miles que juraron forzada lealtad al régimen y luego sellaron sus bocas hasta la muerte. ¿Tienen derecho al recuerdo como "sus" mártires o es que a los ojos de Dios sólo son buenos los que pertenecen a su pacífico rebaño?

¿Cómo se puede ser tan ciego y sectario? ¿Cómo se puede predicar la justicia, el perdón y otros valores evangélicos y actuar como Vd. lo hace? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar su ponzoña? Los que son y actúan como Vd. no generan en mí odio sino una profunda tristeza.

Por Tabaldak, Yahvé, Alláh, Coatlicue, Belenus, Osiris, Ra, Horus, Odín, Zeus, Brahmá, Vishnun, Shiva, Hunah Ku, Júpiter, Anu, Ea y toda la cohorte de Dioses, relájese, deje de perseguir herejes, de repartir salvaciones y salvoconductos a la otra vida y no hiera estúpida y cruelmente la sensibilidad de gente de bien. Y acuérdese de que ya hace muchos, muchos siglos, Dios se dio de baja de todas las religiones.

«Anamnesis»(memoria) versus amnesia JOSE LUIS FERRANDO LADA DIARIO LEVANTE - 28-03-2007

El cine nos aporta, de vez en cuando, algunas películas realmente interesantes. Recientemente he tenido ocasión de ver La vida de los otros. Es un testimonio espeluznante de un régimen político absolutamente invasor de la vida cotidiana y de la intimidad de los demás. La película se desarrolla en los últimos años de la Alemania del Este, antes de la caída del muro de Berlín. Y nos cuenta, fundamentalmente, la vida de dos personajes: un artista y un espía. El primero necesita hacer memoria de su pasado para encontrar respuestas en el presente; y el segundo, es víctima de unas circunstancias políticas, que hunden sus raíces en ese oscuro y tenebroso pasado de los últimos estertores del llamado régimen comunista. Los dos, en cierto modo, miran al pasado, desde una serena amargura, pero con la necesidad de reconciliarse con el mismo. Para las personas, las instituciones, los grupos sociales, incluso las naciones esto es importante por muchas razones. El que tiene miedo al pasado teme muchas veces enfrentarse a una verdad insoportable. Por eso, en muchos casos, la mejor terapia no es el olvido, sino el testimonio de lo que pasó. De ahí podrá nacer la verdadera reconciliación.

Así lo ha hecho realmente la Iglesia española en las numerosas canonizaciones y beatificaciones. El ejemplo de tantos hombres y mujeres, que perdieron sus vidas, en coherencia absoluta con sus convicciones, son una llamada continua a revisar nuestra mediocridad cristiana. Pero ha sido en la mayoría de los casos necesario llegar hasta el final, es decir, incluso a conocer los nombres de los verdugos implacables de aquellas atrocidades. Nadie, en pro de una auténtica reconciliación, ha deseado ir más allá. Por eso resulta sorprendente algunas voces dentro de la Iglesia, que de manera abierta o larvada, muestran una cierta desconfianza o se levantan claramente en contra de la llamada Ley de la recuperación de la memoria histórica. ¿A qué tienen miedo? Si los cristianos lo hemos hecho, con paz y serenidad ¿por qué, otros, desde diferentes coordenadas ideológicas, no pueden hacer exactamente lo mismo? ¿Por qué sospechamos de la malicia de los demás en este tema tan delicado? Al contrario, la Iglesia, debería contribuir a que la verdad brille en todas partes. Las luces, las sombras y las cloacas son universales. El problema es que la historia se repite con demasiada frecuencia.

La única objeción a este tema, posiblemente, sería la inoportunidad del momento. Sobre todo, teniendo en cuenta la inmadurez generalizada de nuestra clase política, incapaz de gestionar unas relaciones políticas mínimamente serenas y equilibradas. La alta tensión reinante en el coso de la piel de toro puede convertir a muchos políticos de tercera en pseudo-historiadores, que utilizan estas cuestiones tan delicadas en armas arrojadizas con carácter electoral. Pero, en algún momento hay que empezar?

La anamnesis tendría que convertirse en el recuerdo fecundo y permanente, en la memoria viva que nos lleva a integrar nuestro pasado con absoluta naturalidad. Las personas y los pueblos necesitamos realizar, de vez en cuando, este ejercicio terapéutico para vivir el presente con mayor densidad, y abrirnos a un futuro con esperanza. Quedarse en el pretérito imperfecto no es sano desde ningún punto de vista. Pero nuestro presente tiene una historia que necesariamente tenemos que afrontar desde la verdad. Por eso, ni la nostalgia del ayer, ni la huída hacia un mañana inexistente, son verdaderas opciones humanas. Tampoco la amnesia es deseable, ya que con demasiada frecuencia se convierte en una fuerza inconsciente e incontrolable que daña nuestro presente. El pretérito pluscuamperfecto es lo más sano: asumir un pasado, actualizarlo en el presente desde nuestras raíces e identidad, y abrirnos al futuro con serenidad total.

No se trata, pues, de revanchas o cosas por estilo, sino de recuperar el mundo de sombras, que necesitamos clarificar o conocer para asumir en nuestras vidas personales y colectivas sin violencia. El tiempo y la distancia han curado la mayoría de las heridas y todos tienen derecho a honrar a su manera a sus antepasados. ¿Quién de nosotros, si mira hacia atrás, no tiene directa o indirectamente algún episodio de esa nefasta historia? No es tampoco curiosidad malsana, sino recuperar en cierto modo, los eslabones perdidos de una cadena. Y volviendo a la película, los personajes descubren, en la nueva situación, uno el agradecimiento y el otro la autosatisfacción por haber contribuido al cambio de régimen. Pero esto ha sido posible, desde la vuelta hacia atrás? el pasado no lo pueden cambiar -ni siquiera los dioses- susurran los poetas.

* Profesor en la Uned

El Plural.com

Nacionalcatolicismo franquista: una aberrante mezcla de ultranacionalismo fascista de Estado con fanatismo católico integrista heredero de la Inquisición.

La alta Jerarquía Católica Española debiera arrepentirse y pedir públicamente perdón por todo lo que colaboró con una Dictadura genocida, en vez de seguir esa misma linea de agitación neofranquista tal como viene haciendo a través de su radio oficial, la COPE. No sólo no se arrepiente sino que se empecina en el pecado, sin ningún arrepentimiento ni propósito de enmienda, como dispuesta a repetir los errores del pasado que tanta incredulidad, odio y dolor trajeron a tanta gente.

Nacionalcatolicismo

El nacionalcatolicismo es la denominación con la que se conoce una de las señas de identidad ideológica del franquismo, el régimen dictatorial con el que Francisco Franco gobernó España entre 1936 y 1975. Su manifestación más visible fue la hegemonía que tenía la Iglesia Católica en todos los aspectos de la vida pública e incluso privada.

Los católicos, familia del Régimen La creación del término es posiblemente peyorativa, por comparación del régimen de Franco con el nacionalsocialismo alemán que fue su aliado. Como lectura de una división interna dentro de las llamadas familias del franquismo, puede compararse al nacionalsindicalismo, componente esencial de la ideología y práctica política del falangismo, y que era la familia que dentro régimen manifestaba una más fuerte oposición a la familia católica, de más tradición dentro de la derecha española, luego rebautizados como tecnócratas. La habilidad de Franco para apoyarse sucesivamente en una u otra familia, repartiendo responsabilidades entre ellas, es una de las claves que le mantuvo en el poder.

El cambio de expectativas sobre el resultado de la Segunda Guerra Mundial, fue trascendental para que Franco decidiera abandonar la retórica fascista de los falangistas y apostara decididamente por la retórica católica, más asumible por los aliados occidentales.

La homologación internacional de la ideología nacionalcatólica ha de hacerse a lo que Hugh Trevor-Roper ha definido como Fascismo clerical, siendo el más tardío y exitoso de éstos. Es imposible la homologación con la Democracia cristiana, cuyas señas de identidad en la posguerra europea eran el europeísmo y el antifascismo (aparte de las que sí compartiría, como el anticomunismo y la vinculación a valores religiosos).

Por el Imperio hacia Dios

Con semejantes consignas se atravesó la dura posguerra de veinte años -hasta 1959- en que Franco iba obteniendo paso a paso el reconocimiento internacional, con el inestimable apoyo del Vaticano, que obtiene en 1953 un Concordato extraordinariamente favorable. La católica es la religión oficial, quedando las demás relegadas al ámbito privado. El estado pone en nómina a los clérigos y se dota a la Iglesia de una exención muy amplia de impuestos. Se les proporcionan prácticamente manos libres en la educación, que pasa a ser una imagen invertida de la escuela laica de la República (ver El Florido Pensil). Los maestros, figura equivalente en la represión del bando nacional a los curas en el bando rojo, habían pasado por una dura depuración tras la guerra. A cambio, Franco hereda de la Monarquía Católica el derecho de presentación de obispos y la costumbre de entrar bajo palio en los templos. En las monedas aparece su efigie rodeada por la expresión: Caudillo de España por la Gracia de Dios.

Las instituciones y personas próximas a la familia católica (por ejemplo, el Banco Popular) o el Opus Dei experimentan un éxito social y económico sin precedentes.

Al igual que con los partidos que apoyaron el alzamiento (parte de la CEDA, elTradicionalismo, JONS, Falange) se formó el Movimiento Nacional (con las siglas FET y de las JONS), se procuró la unificación de los grupos católicos de la Segunda República (Asociación Católica Nacional de Propagandistas) en la Acción Católica, que será ampliamente rebasada en influencia en los años cincuenta por el Opus Dei, prelatura personal muy controvertida, que fue fundada por José María Escrivá de Balaguer.

La sociedad es recristianizada ya sea de grado o forzadamente. Miles de niños y jóvenes no bautizados en los años anteriores, lo hacen ahora, ya que para diversos trámites administrativos, se necesita certificado de bautismo. Se declaran inválidos los matrimonios únicamente civiles, y los divorcios. Es la época de las vocaciones tardías o precoces (mil sacerdotes anuales entre 1954 y 1956), los noviazgos eternos y castos, los seriales radiofónicos y la censura moral en películas y libros. Que Gilda se quitara un guante bailando fue un escándalo de proporciones apocalípticas. Es buen reflejo el ensayo de Carmen Martín Gaite Usos amorosos de la posguerra en España.

No obstante, en el triunfo se oculta la debilidad. En la cerrada España de la posguerra, podía mantenerse firmemente la pureza de fe y costumbres. El mismo concordato dio el pistoletazo de salida a la apertura del régimen al exterior, que comienza el mismo año 1953 con la firma de los acuerdos con los no tan santos Estados Unidos. Los tecnócratas del Opus Dei en el poder modernizan la economía, lo que trae como consecuencia la corrupción de las costumbres y la moral tradicional. Si hubiéramos de elegir el momento culminante del espíritu nacionalcatólico, deberíamos retroceder al Congreso Eucarístico de Barcelona de 1952.

El régimen católico-fascista de Franco

La represión ejercida por los sublevados y por la posterior dictadura permite hablar de genocidio

Recientemente, un dirigente del PP, alineándose con la posición de su partido en el Parlamento Europeo contra la condena del franquismo, dijo, como minimizando lo que significó, que solo fue un régimen "autoritario de derechas". En el 70° aniversario del golpe militar contra la Segunda República, es necesario recordar la verdadera naturaleza del régimen impuesto por los vencedores, su carácter fascista y el genocidio que cometieron durante la guerra y tras la derrota de la República.

La represión mantenida de forma calculada y sistemática por los sublevados y luego por la dictadura tuvo el alcance suficiente como para ser calificada de genocidio. Así resulta de los datos, parciales, facilitados en su día por el Ministerio de Justicia de la dictadura: los presos políticos el 7 de Enero de 1940 eran 270.719, y el 10 de abril de 1943 todavía eran 92.477. Los presos políticos fallecidos, entre los que incluía a los fusilados tras un proceso y los muertos en las cárceles, desde abril de 1939 hasta el 30 de junio de 1944 fueron 192.684. Esta terrible realidad la justificaba un decreto de 1939 sobre las prisiones: "El notorio incremento de la población reclusa derivado del nobilísimo afán que anima al nuevo Estado de liquidar jurídicamente las responsabilidades contraídas por cuantos participaron en la monstruosa rebelión marxista".

Todos esos presos y muchos miles más fueron sometidos a procesos ante los consejos de guerra y los tribunales especiales que eran la culminación de un régimen de terror impuesto a los encausados desde que eran detenidos. Eran arrestados ilegalmente, por la ausencia de causa que justificara la detención -que se prolongaba indefinidamente, sin control judicial alguno-, eran salvajemente torturados y, cuando eran condenados a prisión, se les sometía a un régimen penitenciario presidido por la venganza y la crueldad. Los consejos de guerra, que llevaron a la prisión o al fusilamiento a dichos presos, no podían calificarse de tribunales de justicia. Eran, pura y simplemente, una parte sustancial del aparato represor implantado por los facciosos y luego por la dictadura.

LOS PROCESOS ante los consejos de guerra eran radicalmente nulos por varias causas. En primer lugar, no merecen la calificación de tribunales de justicia en cuanto fueron constituidos, ya desde el decreto 55 de 1936 del general Franco, por el poder ejecutivo. En segundo lugar, los militares que los formaban carecían de cualquier atributo de independencia, propio de un juez, en cuanto que eran estrictos y fieles servidores de sus superiores. En tercer lugar, era incompatible su posible independencia con la disciplina castrense impuesta por todos los jefes. La sumisión al Ejecutivo quedaba de manifiesto cuando la ejecución de la pena de muerte exi- gía el "enterado" del jefe del Estado.

Además, concurría una total vulneración de todas las garantías y derechos fundamentales. La instrucción del procedimiento era inquisitiva y bajo el régimen de secreto, sin ninguna intervención del defensor de los encausados, que siempre permanecían en situación de prisión preventiva. A todos estos procesos se refería la declaración de la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa sobre el franquismo como un "sistema de justicia militar expeditiva" en el marco de la imposición de la "ley marcial".

Otros instrumentos esenciales de la represión fueron el Tribunal de Represión de la Masonería y del Comunismo y los Tribunales de Responsabilidades Políticas. Eran tribunales radicalmente ilegítimos, tanto por su origen como por su composición, y por ser organismos de naturaleza administrativa dotados de competencias para la imposición de sanciones penales. La ley de 1-3-1940, creadora del primero de aquellos tribunales, es la máxima expresión de la arbitrariedad al servicio de la represión ideológica y política. Establecía penas gravísimas de reclusión menor y mayor, además de otras privativas y restrictivas de derechos. Franco nombraba al presidente del tribunal y a sus miembros, que debían ser "un general del Ejército", "un jerarca de Falange" y dos letrados. Era la más rotunda negación del Estado de derecho. De similar naturaleza fueron los tribunales establecidos por la ley de 9-2-1939 de responsabilidades políticas. También eran tribunales administrativos, presididos por "un jefe del Ejército", y sus miembros eran responsables políticos de la dictadura, falangistas y militares, facultados para imponer sanciones de orden penal, como inhabilitaciones, extrañamiento, confinamiento, destierro y pérdida total o parcial de bienes.

LOS DAÑOS causados a las víctimas fueron inmensos. Ahora es inaplazable una reparación que la democracia debe a quienes sufrieron tan brutal represión. ¿Qué espera el Gobierno? Desde 1948 está vigente la Declaración Universal de Derechos Humanos, que la dictadura no solo ignoró, sino que violó de forma sistemática. En 1948 se aprueba la convención para la prevención y sanción del genocidio que en ese momento estaba cometiéndose en España, igualmente ignorada y violada durante 20 años. La ley de amnistía, salvo en los supuestos de desaparecidos y de los delitos ya prescritos, favoreció de forma singular a los responsables franquistas de toda clase de delitos y, en particular, a los miembros de los consejos de guerra, muchas veces constituidos ilegalmente, y de aquellos seudotribunales responsables de gravísimos delitos. La reparación y rehabilitación moral y jurídica de las víctimas no admite más demora.

"Por sus obras los conocereis", conozcamos, pues, a los lobos disfrazados de ovejas: http://www.elplural.com/media/0000005000/0000005009.pdf

La memoria del arzobispo La carta semanal del pasado domingo del arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, es todo un modelo de cómo entienden algunos sectores de la Iglesia el adoctrinamiento. MANUEL PERIS (El País.com (Valencia), 27/03/2007)

La memoria del arzobispo MANUEL PERIS

La misiva, que lleva por título Reconciliación (http://www.archivalencia.org/) es una crítica a las iniciativas para la recuperación de la memoria histórica que se están poniendo en marcha desde el Gobierno y desde distintas instancias ciudadanas. "Ante las propuestas que se han presentado como recuperadoras de la llamada memoria histórica -señala el prelado- todos hemos de evitar reavivar sentimientos de odio y de destrucción". Y añade "la experiencia muestra cómo en los contextos de violencia, las razones se pierden, las divisiones se profundizan y los rencores y resentimientos aumentan y desbordan cualquier pretensión de paz".

Las advertencias de García-Gasco no dejan de ser llamativas viniendo de un obispo que en los años que lleva al frente de la diócesis de Valencia ha promovido la beatificación de 226 sacerdotes y laicos de Acción Católica muertos durante la Guerra Civil. Asimismo, el Arzobispado tiene previsto erigir una nueva parroquia, dedicada a los Mártires Valencianos, que será construida en un solar de la avenida de Francia cedido por la Generalitat y que, según señaló el prelado en una entrevista, "quedará para el futuro como el lugar de la memoria, como un santuario en el que se venerarán las reliquias de los mártires y se perpetuará el culto en su honor, según la costumbre de la Iglesia desde los primeros siglos del cristianismo".

Y para que nadie se olvide, la citada página web del arzobispado tiene un apartado, que lleva por título Mártires valencianos, en el que se relacionan y se da entrada, una a una, a las 226 personas cuyas causas se iniciaron en la curia eclesiástica de Valencia y fueron beatificados el 11 de marzo de 2001 por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro de Roma. Fue el mayor acto de beatificación de la historia y en primera fila se encontraban el entonces presidente de la Comunidad Valenciana, Eduardo Zaplana, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, "de negro riguroso y con mantilla", según las crónicas del día.

Pero hay memorias y memorias. Porque el arzobispo considera en su carta que "cuando la Iglesia ha ido promoviendo las causas de beatificación y de canonización de los mártires de la persecución religiosa ha hecho memoria verdadera, justa y agradecida de inmensos perdonadores". Así las cosas, según el arzobispo, habría dos tipos de memoria. Una, la que defiende la jerarquía eclesiástica, que identifica con la Iglesia, y que sería "memoria, verdadera, justa y agradecida". Y habría otra peligrosa memoria histórica que, según la doctrina del prelado, reavivaría "sentimientos de odio y de destrucción" al "condenar a quienes ya no se pueden defender ni explicarse".

Ese dualismo es una constante en los últimos planteamientos de la jerarquía eclesiástica. El pasado 17 de julio -setenta años después del alzamiento de Franco en Melilla, ¡ay la memoria!- el presidente del PP, Mariano Rajoy, participó en un curso de verano que dirigía el cardenal Antonio Cañizares. Ambos coincidieron en señalar que la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía abre la puerta al adoctrinamiento. Una asignatura en la que se explicará a los alumnos cuestiones ético cívicas, conocimientos sobre la paz, los regímenes democráticos, la multiculturalidad, las diversas religiones y las diferentes formas de familia que configuran la sociedad actual. La jerarquía eclesiástica y la cúpula del PP están en contra de que se imparta la asignatura de forma obligatoria. El planteamiento es el mismo: habría una doctrina verdadera que sería la de la Iglesia y otra rechazable que sería el adoctrinamiento "impuesto" por el Estado. Y aún así habría que matizar la doctrina verdadera, pues de ella quedaría fuera la que defiende la Teología de la Liberación, como ha quedado patente estos días con la prohibición de enseñar y escribir como parte de la Iglesia impuesta por la Santa Sede al teólogo jesuita Jon Sobrino.

El exceso se completaba la pasada semana con la acusación de los obispos al Gobierno de alentar la promiscuidad y despreciar la vida, arremetiendo contra el derecho al aborto, el divorcio, la eutanasia y la reproducción asistida. Poco espacio queda para la libertad cuando se pretende tener el monopolio de la doctrina, el monopolio de la verdad, el monopolio de la memoria y también, como cuando Rajoy habla de "los españoles de bien", el monopolio de la ética.

http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/memoria/arzobispo/elpepuespval/20070327elpval_10/Tes

LEVANTE-EMV 29-3-2007 El arzobispado difunde el caso de un mártir tras la polémica por la memoria histórica

El Arzobispado de Valencia difundió ayer la historia del sacerdote Felipe Císcar Puig, «martirizado durante la persecución religiosa de 1936», cuya causa de beatificación está incluida con la de otros 43 religiosos -la mayoría, franciscanos- de la que ya informó la institución eclesiástica. La difusión del caso se produce después de que el prelado, Agustín García-Gasco, dedicara su última carta pastoral a la memoria histórica: llamó a «evitar reavivar sentimientos de odio y de destrucción» ante las iniciativas en esta línea, en referencia aparente implícita a la ley que proyecta el Gobierno. El Fòrum per la Memòria replicó que a los obispos no les interesa este debate para que no se hable de su actuación en la postguerra.

Según informó ayer el arzobispado, la Santa Sede instruye la causa de beatificación de Felipe Císcar, muerto «por guardar secreto de confesión», según el vicepostulador de la causa, el religioso franciscano Benjamín Agulló. El sacerdote, natural de Piles, «es considerado "mártir de sigilo sacramental" ya que fue fusilado al negarse a revelar la confesión que administró a un franciscano» , precisó Agulló. Según la documentación, el fraile Andrés Ivars pidió ser confesado en la cárcel de Dénia en agosto de 1936 y Císcar fue conducido a la prisión por este motivo.

Consulta esta noticia en: http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=285541&pIdSeccion=19&pNumEjemplar=3483

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Llistats

dijous 15 de febrer

Llistat de gent republicana morta a les presons de València soterrades a les Fosses Comunes

diumenge 10 de desembre de 2006


LLISTATS DE GENT SOTERRADA ALS FOSSARS COMUNS DEL CEMENTIRI DE VALÈNCIA

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